LA IDENTIDAD DE LA TELEVISIÓN PERUANA

    Para iniciar este artículo es importante definir cuál es el significado de la palabra identidad, que según la real academia de la lengua española reza de la siguiente manera: “Cualidad de idéntico y/o conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás”. En ese sentido debo de distinguir a la televisión peruana en tres etapas:

El pasado de la televisión peruana.-

    Desde sus inicios la televisión en el Perú ha carecido de una identidad propia. Fuimos uno de los últimos países en adaptarse a este nuevo y rentable sistema de comunicación en nuestros hogares, y aunque existieron pruebas y demostraciones de lo que era la televisión mucho antes de la primera emisión al aire el 17 de enero de 1958, lo cierto es que adoptamos y aprendimos las técnicas y los formatos de países de los que dependíamos económicamente, específicamente Estados Unidos.

    Así pues gracias a la labor de nuestro gran historiador Jorge Basadre a inicios de 1958 vimos lo que el mundo occidental empezaba a desarrollar como industria y lo que la vieja Europa utilizó como medio de reconstrucción postguerra, la televisión. Una de las de las primeras emisiones televisivas en nuestro país fue un documental técnico y un curso de ingeniería electrónica, gracias a la generosa donación de 22 mil dólares de la Unesco al Ministerio de Educación.

    Si partimos desde ese punto de vista podemos decir que en el pasado la televisión llegó al Perú como un instrumento para ser parte de un sistema capitalista que buscaba establecerse en un nuevo mercado.

    Este mercado, a diferencia de lo que sucedía en Europa, debía ser explotado exclusivamente para entretener, atornillándose de una forma netamente comercial.

    Hablando ya de identidad en el pasado, seré claro en reafirmar que esta nunca existió. Sin embargo pese a no ser los creadores de la telenovela (claro ejemplo de que no tuvimos identidad en ese momento porque copiamos de México) podemos decir que pudimos ser, si es que no llegamos a serlo, uno de los principales países productores de estos crecientes melodramas; llegando a exportar actores y productores hacia países donde esta industria era todo éxito.

    Así las familias vivían intensamente nuevas sensaciones, desamores, amores extraños, es decir programas con un contenido especialmente melodramático. También existieron programas como "Balcón del Hemisferio" y "Gran Desfile de Estrellas", que congregó a rostros como los de la desaparecida folclorista Elsa Núñez del Prado y el actor de teatro Manuel Delorio.

    Ya en la década del 70, la televisión peruana tomó de forma obligada un rumbo distinto, con la toma del poder del General Velasco Alvarado. El Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas estatizó las frecuencias televisivas, durante un tiempo y controló los medios de comunicación hasta niveles insospechados creando primero, organismos como la OCI (Oficina Central de Información) y SINAMOS (Sistema Nacional de Movimiento Social), más tarde crearía Telecentro para administrar de forma conjunta los canales que sobrevivieron a la toma del poder: Canal 4 y Canal 5.

    Existió una idea que pudo ayudar al desarrollo y la calidad de la televisión actual, y fue la creación de un canal de televisión pública, esto no quiere decir un canal del estado bajo observancia del estado. Se debió en su momento separar a la política y al gobierno de la administración directa o indirecta de este instrumento de poder y dejarlo en manos de la sociedad civil.

    Después del regreso de la democracia y la devolución de las frecuencias a las administraciones antiguas, la televisión tomó el mismo sentido comercializador, donde lo importante siempre fue vender mediante el entretenimiento. Así nacieron programas como “Trampolín a la Fama”, “Risas y Salsa” y “Aló Gisela”.

    En los años 90 la televisión fue utilizada una vez más como un instrumento del poder, de idiotización sistemática a la población y desinformación, donde la mayoría de líneas editoriales fueron vendidas por millones de dólares y no menos favores y favoritismos. Así se adaptaron los mal llamados Talk Shows, otra muestra de la copia de lo que en Estados Unidos hicieron los “exitosos” Geraldo Rivera y Cristina Saralegui.

    Pero si en el pasado no se tuvo una identidad que diferencie a la televisión peruana de la televisión mundial, quizás sí existió una tendencia a una identidad regional, ya que Latinoamérica marcó una forma de ver la televisión, siendo su fiel abanderada la telenovela; demostrando al nuevo mundo la necesidad de la gente por verse retratada en la pantalla chica.

El presente de la televisión peruana.-

    Como antes mencionaba, la falta de una identidad nacional ha hecho que en la actualidad los modelos de Norteamérica se establezcan no solo en nuestro país, sino también en países que antes tuvieron una fuerte presencia de la sociedad civil en la programación como España, Alemania y Gran Bretaña, quienes han encontrado en la televisión una mina de oro.

    La televisión de señal abierta en el Perú no ha sido ajena a la moda y la tendencia mundial, seguimos con programas de chismes, realities de todos los conceptos y formas, programas de concursos. Compramos franquicias millonarias, o creamos nuestros propios “sueños” con la base de los programas americanos que buscan ofrecer un camino rápido para convertirse en un “Idol”.

    Allí es donde entran figuras cada vez más “exitosas” como Laura Bozo, Magaly Medina y Gisela Valcarcel. Tristemente célebres mujeres que han hecho una millonaria cuenta en sus depósitos, con el escaso nivel cultural de la población y contribuyendo a esa campaña masiva para estupidizar a nuestra sociedad creando cortinas de humo (casi tan grandes como la cortina de hierro) para que la población sienta que lo importante es saber si alguien besó o no a otro, o si es que la chica de nuestro barrio es realmente un travesti que aún no sale del clóset.

    Me permito regresar a la identidad que se formó en Perú. Aquí las mini-series han tomado una fuerza impensable, y creo que es debido a la necesidad de la sociedad actual de verse reflejada en la pantalla chica, en sentirse aceptado socialmente y ser famoso, de sentir que lo que se está haciendo es bueno y que su realidad es digna de ser publicada. Tenemos la idea de que si sales en la televisión eres un ganador. Se glorifica, santifica y endiosa a todo aquel que muestre su rostro (y no necesariamente el rostro). Pero simplemente son instrumentos, objetos ofertables durante un tiempo, aprovechados por los grandes visionarios del “éxito”. No hablaré de "Esto es Guerra" ni "Combate", ya está de más.

    Esta forma de verse retratado puede ser utilizada de una manera adecuada si es que insertamos un sentido educativo creando valores y conciencia en nuestra tele audiencia.

    El ejemplo claro y tangible de este desarrollo es la actual serie “Al Fondo Hay Sitio”, que descifrándola literalmente, expone un estereotipo del provinciano que permite ser pisoteado. “Al Fondo Hay Sitio” frase prodigiosa que miles de choferes y cobradores utilizan, pensando que somos sacos de papa que deben de ser arrinconados y apiñados para que entren más en un solo viaje. O simplemente esa costumbre que tienen las personas que vienen de provincia, con todas sus peripecias y penumbras para poder encontrar el falso éxito que te venden en la capital. No me permitiré hablar más de este caso pues no soy seguidor de esta serie, pero he visto el fenómeno que causa la muerte de un personaje en el Facebook o Twitter, eso me basta para saber su rotundo “éxito”.

    Así nos ponemos una vez más a la vanguardia de las producciones “exitosas” a nivel de Latinoamérica.

El futuro de la televisión peruana.-

    El futuro está en la televisión digital, en la sub-especialización de un canal de señal abierta para que pueda competir con el fenómeno cable o satélite.

    Otro punto que permitirá una mejor calidad en el contenido televisivo y la creación de una verdadera identidad será la regionalización, la creación de canales de televisión en provincias con un contenido acorde a sus necesidades culturales. Es una premisa instaurar la descentralización del actual sistema televisivo (lo que sucede con el Sólido Norte de Acuña y su Concentración de Medios).

  Aquí la función del estado es fundamental permitiendo concesiones de frecuencias para ser explotadas por empresarios nacionales. Pero antes se debe reafirmar la institucionalidad del país, reforzando los organismos y permitiendo espacios de debate para promulgar normativas adecuadas a las necesidades del ciudadano que compra lo que le venden.

    La digitalización de la televisión permitirá también que podamos elegir contenido de manera más libre. En ese sentido, el apagón analógico pronosticado para el 2025 será una fecha clave para el futuro de la televisión en el Perú.

    Crear una identidad televisiva en un país que aún no afianza una identidad nacional es una tarea muy ardua, pero no imposible, tenemos que buscar factores que hagan que nuestra televisión se sienta orgullosa, se diferencie y sea única en su especie utilizando los formatos ya conocidos, mezclando formas y fondos. Otro tema importante en la identidad, es la creación de una televisión con responsabilidad social y para ello debe existir formas de incentivar al empresario a crear cultura en su programación, no como programas aparte en horarios que nadie sintoniza, sino en las mismas emisiones de los programas del prime-time generando el interés en la sociedad.

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